jueves, 23 de julio de 2009

Hoy toca clase de Biología

Ratones nacidos de las células de la piel. Así reza una noticia que han publicado hoy en la página elmundo.es (también lo he visto en abc.es, univision.com y que.es). Dos grupos de investigadores chinos han descubierto que las células de la piel pueden utilizarse para dar organismos vivos, en este caso ratones. Sí, has leído bien (bueno, no sé, si crees que no has leído bien lee otra vez el párrafo).

Para los que no sepáis mucho del tema, os hago un resumen rápido. Al fusionarse los gametos (óvulo y espermatozoide) en la fecundación se forma el cigoto, una célula con información del padre y de la madre. El cigoto se divide en muchas células iguales y se fija al útero, y pasa a llamarse embrión. El embrión empieza a desarrollarse, formando todos los órganos: corazón, tubo digestivo, sistema nervioso, piel... Este proceso se llama diferenciación celular. Debido a su gran versatilidad para convertirse en cualquier tipo de célula, las células del embrión se llaman "células madre embrionarias" (sí, esas tan famosas). El problema es que una vez que se han diferenciado las células pierden su capacidad para volver a transformarse. Cuando el organismo es adulto no existen células tan versátiles como las embrionarias, y la capacidad de regeneración de los tejidos ante golpes o enfermedades es bastante limitada. Por esta razón se investiga tanto en el campo de las células madre.

Pues bien, esta noticia sin duda despierta una gran esperanza: se ha conseguido reprogramar células de piel de ratón, para convertirlas en algo parecido a las embrionarias. Estas células se implantan en el útero de una hembra y nace un ratón nuevo con información genética idéntica al primero. Vamos, un clon. ¡Increíble! En caso de hacerse con humanos, en vez de crear un clon entero se fabricarían porciones específicas: tejido cardíaco, piel, células del páncreas...

¿Y cuáles son las consecuencias? Os lo cuento con un ejemplo: si una persona tiene el hígado dañado (por enfermedad, un accidente, alcoholismo...) tiene que recibir un trasplante de otra persona. Esto conlleva dos problemas fundamentales:
1. Para extraer el hígado a una persona primero tiene que estar muerta (obvio, ¿no?). El hígado debe estar en perfectas condiciones, sano y bien conservado. La persona debe ser donante de órganos (o sea, que haya firmado un papel permitiendo que le quitaran los órganos al morir). Además, debe tener el mismo grupo sanguíneo y parecerse genéticamente lo máximo posible, para reducir el rechazo. Todo esto, junto al hecho de que se necesita una sala de quirófano, se transforma en una lista de espera bastante interesante.
2. Una vez trasplantado el hígado, el sistema inmunitario del organismo se pone en funcionamiento. La función de este sistema es eliminar los elementos extraños del cuerpo, ¡y qué mejor ejemplo que un órgano de otra persona que se ha metido sin su permiso! Así que si no le gusta el hígado, lo destruye. Es el llamado "rechazo". El médico suele administrar inmunosupresores para "adormecer" al sistema inmunitario y así reducir lo máximo posible el rechazo, pero no siempre se consigue y se corre el riesgo de contraer otras enfermedades por estar bajo de defensas.

¿Entonces, por qué es tan bueno el descubrimiento? Pues porque ahora se intentará crear órganos a partir de uno mismo. Te raspas un poco el brazo, coges un par de células y... ¡tachánnn! ¡Un corazón nuevo! ¡Se acabaron las listas de espera esperando a un donante! ¡Y no hay peligro de rechazo, porque es tuyo! Por fin tenemos al alcance la solución para muchas enfermedades: diabetes, hepatitis, cáncer, leucemia, las neurodegenerativas (como el Parkinson y el Alzheimer)...

Todavía queda mucho por investigar, hay que eliminar fallos. La probabilidad de tumor parece bastante alta de momento, y el tejido resultante puede ser distinto al deseado. Pero la esperanza se ha despertado, parece que la medicina progresa mucho más rápido de lo que creíamos. La calidad de vida seguirá aumentando, las enfermedades serán cada vez menos comunes y menos graves, los accidentes no se cobrarán tantas vidas y los trastornos genéticos podrán curarse con facilidad.

Pero siempre queda una duda para la ética. Lo cierto es que con esto estamos creando trozos de persona en un tubo de ensayo y podríamos acabar fabricando clones para robarles los órganos (la película La Isla refleja muy bien esto). ¿Estamos rebajando la vida humana? ¿Estamos jugando con fuego? Yo creo que esto es demasiado importante como para echarse atrás, pero dejo el tema abierto a posibles comentarios.

1 comentario:

  1. Bien explicado!

    Yo creo que debería seguirse adelante con la investigación y el uso de esta técnica. Si te pones a pensarlo, hay tantas cosas que el hombre ha inventado para bien y podrían usarse para el mal...

    No dejemos de salvar vidas porque haya gente que no se comporte éticamente.

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